Por qué decidí hacerme copywriter

Por Eva Teruel

7 Feb, 2020
Niña columpiándose

Antes de contarte por qué un buen día decidí hacerme copywriter, déjame compartir contigo una curiosidad.

¿Sabías que la página Sobre mí es una de las más visitadas en cualquier web?

(Así que si aún no tienes una, ¡cooorrrrre a redactar la tuya!).

Esto ocurre porque, cada vez más, las personas buscamos el lado humano de las empresas con las que nos relacionamos.

Ya no nos vale con que un producto o servicio se ajuste a lo que buscamos. Necesitamos conectar con la persona que hay detrás de la marca e identificarnos de alguna forma con su historia.

Por eso, hoy quiero contarte un poquito más de la mía. Por si mi página Sobre mí te supo a poco 😉 .

 

 

 Así empezó mi aventura como copywriter 

 

Nunca me ha resultado fácil hablar de mi vida laboral y académica, y lograr que mi relato sonara coherente. Al hacerlo, mi sensación era la de estar encajando piezas de puzles diferentes.

Porque, en mi caso, formación y trabajo han caminado siempre en paralelo, pero sin rozarse un pelo.

Y es que, hasta que empecé mi proyecto como copywriter, apenas había sumado experiencia en aquello para lo que me formé durante años: Publicidad y Relaciones Públicas, y más tarde Trabajo Social.

Pero como soy de naturaleza optimista, siempre me decía, “Eva, ya habrá tiempo para ello”.

Sin embargo, poco a poco me fui dando cuenta de que tampoco hay taaaaaanto tiempo. Y de que conviene ponerse las pilas cuanto antes si la idea es disfrutar de una vida plena de sentido.

Mi punto de inflexión tuvo lugar poco antes de cumplir los 40, coincidiendo con el nacimiento de mi hija, la enfermedad y muerte de mi padre, y un despido (en buena parte deseado).

Ahí empezó una aventura que me ha traído hasta aquí. ¿Y sabes qué? Que es ahora cuando las piezas del puzle empiezan a encajar.

¡Al fin!

 

 

 El lugar de donde vengo 

 

Retrocedamos 25 añitos (¡casi nada!), justo cuando empezaba mis estudios de Publicidad y Relaciones Públicas (donde, por cierto, nunca nadie me explicó lo que era un copywriter).

No sé la razón exacta por la que elegí esa carrera. ¿Quizás por su parte creativa? ¿Más bien por el lado más humano de las relaciones públicas? ¿Tal vez por mi afición a la escritura? Seguramente por todo un poco.

El caso es que acabé mis cinco años de licenciatura pensando que me había equivocado. Que aquello no era lo mío.

Porque lo mío (¡ya lo sabía!), era ayudar a quienes más lo necesitaban. Trabajar por una sociedad más amable y más justa.

No era el momento de continuar estudiando, pero tenía claro que algún día sería trabajadora social.

 

Primera contradicción

 

Tan claro lo tenía que acabé en el departamento de cobros de una multinacional de la logística y el transporte.

Hacía muchas cosas. Entre otras, achuchar a los clientes que se retrasaban en el pago de sus facturas. Vamos, que ayudar lo que se dice ayudar…

En realidad, a mi manera lo intentaba. Pero no, no andaba muy bien encaminada.

Para mi sorpresa, fui feliz en aquel trabajo. Porque me planteaba retos diarios y porque tuve la suerte de dar con un grupo de personas que me hacían sonreír cada día. Estaba tan a gustito, que me quedé allí algo más de doce años.

Pero mis sueños siempre estuvieron en otro lugar.

Sobrevolando la cabeza de aquella chica que no se despegaba del ordenador, flotaba siempre una nubecita de ilusión y que cada poco me recordaba que mi sitio no estaba allí.

Gracias a esa pequeña nube pude compaginar mi trabajo en aquella empresa con mis estudios en Trabajo Social y otras formaciones relacionadas. Trabaja, estudiaba y soñaba. Estudiaba, soñaba y trabajaba. Pero no acababa de dar el gran paso…

Hasta que otros lo dieron por mí.

Mi empresa fue comprada por otra más grande. Y me despidieron, ¡todo un golpe de suerte!

«Ahora sí podré dedicarme a lo que realmente quiero», pensé.

 

Segunda contradicción

 

Sin embargo, en lugar de lanzarme de cabeza a la búsqueda de un empleo como trabajadora social, decidí darme un tiempo.

Primero, para cuidar de mi bebé y de mi padre enfermo. Mi gran prioridad. Y después (y esto es lo raro), para mirar dentro de mí y explorar otras posibilidades. ¿A lo mejor es que no tenía tan clara mi vocación social?

El caso es que, en lugar de llenar el mundo con mis currículums, empecé un pódcast llamado Mami busca su sitio. Fue la excusa y la herramienta perfecta para hacer un parón en mi vida y poder pensar mejor en mi futuro.

Y entonces, ocurrió algo que no esperaba. ¡Descubrí que disfrutaba comunicando!

Lo demás vino solo, porque la comunicación me llevó al marketing. Y el marketing y mi afición por la escritura al copywriting.

Poco después, mi primer salto a la piscina con una formación de Maïder Tomasena, una de las grandes referentes del copywriting en España.

Qué curioso, ¿no crees?

Si 20 años después de finalizar mis estudios la vida me había devuelto al mundo de la publicidad y la comunicación, no podía ser por casualidad o (nuevamente) por error. ¿No sería que, en verdad, había algo en mí que conectaba con todo aquello?

Te parecerá una tontería, pero descubrir esto fue como cerrar un círculo. Como quitarme una espinita que tenía desde hacía tiempo clavada.

Sin embargo, mi sueño de ser trabajadora social seguía ahí. Sí es cierto que tuve momentos de dudas, pero mis valores y principios tan afines al Trabajo Social nunca flaquearon.

Mi gran dilema era cómo unir ambos mundos.

 

 

 El lugar a donde voy 

 

De ese punto de intersección entre la comunicación, el marketing, el trabajo social y mi afición por la escritura nació mi proyecto como copywriter para empresas sociales.

De primeras, no sonaba mal. Porque el emprendimiento social está en auge, pero para que esas empresas con un propósito social tengan la visibilidad y credibilidad que desean, hacen falta profesionales especializados.

Y es ahí donde yo he encontrado mi hueco y mi misión: ayudando a los que ayudan para que sus proyectos comuniquen mejor y generen un mayor impacto social.

Para que sus palabras sean más inspiradoras y motivadoras, y sepan cómo adaptar sus mensajes a un entorno online que tiene sus propias reglas.

Para ayudarles a promocionar y vender sus productos y servicios a través de sus textos, y que sus proyectos sean rentables y sostenibles en el tiempo.

Para defender y practicar un tipo de comunicación digital más ética, humana, respetuosa con la libertad de las personas y generadora de bienestar individual y social.

 

En definitiva, para que lo que escribimos en Internet nos ayude a construir la sociedad con la que soñamos.

Justo ahí es donde me encantaría sumar mi granito de arena.

Dicho queda.

(Palabra de copywriter).

 

Si te ha gustado el artículo, ¡gracias por compartirlo con el mundo!

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